Sucedió
un día cualquiera, cuando mi hermano y yo nos encontrábamos lavando la ropa en
casa de abuela. Hacía recién un año que nos mudábamos al Barrio Itá Paso desde
Santa Rosa, y nos empezábamos a acostumbrar a duras penas. No nos mudamos
porque queríamos, fue un arrastrar de inconvenientes que repercutió en una
mudanza indeseada: como la falta de recursos para pagar el alquiler, la preocupación
de mamá por dejarnos solos todos los días, el abandono de mi padre desde el
2002, etc.
En
Itá Paso siempre hubo problemas en el acceso al agua potable, y era uno de los motivos
que nos obligaban a lavar la ropa en casa de abuela. En la casita que nos
prestó un tío para vivir no teníamos agua, y debíamos acarrear de abuela para
tomar y bañarnos. Ese cambio repentino de hábito al que estábamos acostumbradas, fue un
golpe. Ya debíamos movilizarnos en transporte público, hacer nuevas amistades, entrar
en una nueva escuela, tener nuevos/as vecinos/as. Acarrear el agua, empezar de
cero.
Mamá
trabajaba todos los días en el centro de Encarnación, específicamente en la
zona baja, cerca del puerto. No funcionó su peluquería justamente porque no
había agua, por esa razón buscó otra opción laboral, volvimos a quedarnos solos
mi hermano y yo. Pero esta vez sin los primos con quienes jugábamos todos los días en Santa
Rosa, sin las tías que eran nuestras vecinas, porque vivíamos todos juntos en
un mismo patio, enorme patio, con varias casas en ella. Y en un barrio cercano
al centro de la ciudad.
Mi
hermano y yo lavábamos nuestra ropa y la de ella todos los días. Yo tenía
12 años y él 9, corría el año 2007. Recuerdo claramente que era una mañana,
porque de tarde íbamos a la escuela. Todos los vecinos y vecinas de la cuadra
escuchaban un programa mañanero donde se pasaban K-chakas, reggaetón y latinos.
El programa “Ruta Tropical” se transmitía había sido en una emisora barrial, yo
no sabía que había una radio en el Barrio.
Cuando
sonó la cortina musical y habló la conductora: Mariela Pavón, me puse a
escuchar. Me gustó mucho su voz. Era así como aguda pero grave a la vez. Me
imaginaba a Mariela como una mujer alta, cuerona, de tez blanca, de cabello
castaño. Porque su voz transmitía mucha fortaleza.
Siempre
tendemos a imaginarnos a las personas cuando escuchamos solamente su voz, y a relacionarlas
con personajes estereotipados.
Mariela
habló y comenzó a explicar que pronto iniciaría un proyecto para niños/as y
adolescentes radialistas en Itá Paso, organizado por Kuña Róga, y que las
inscripciones se encontraban abiertas en la misma radio. Esa noticia me
iluminó. Era la oportunidad al fin de hacer algo interesante en ese barrio.
Recuerdo
con una claridad impresionante que en el mismo instante dejé de lavar, dejé
todo y le dije aceleradamente a mi hermano: ¡Vamos a buscar la radio! Le avisé
a abuela que saldría. Ella ni abuelo sabían dónde quedaba la radio. Entonces
salimos y preguntamos casa por casa. Hasta que encontramos la radio. Quedaba a
casi cuatro cuadras de la casa de abuela, cerquita.
Llegamos
con Derlis, mi hermano, y sale a recibirnos una mujer gordita, bajita, de
cabello largo y muy negro, de piel morena. Había sido ella era la famosa
Mariela Pavón. Su voz sonaba muy diferente a la que escuché en la radio. Pero
nos recibió con tanta amabilidad, hasta dulzura me atrevería a decir. Reí
interiormente porque no era así la mujer que imaginaba, la observaba
sigilosamente. Tenía una blusa blanca medio escotada y un vaquero azul agrandado. Con
unos tacos altos.
Recuerdo
que dije muy formalmente: ¡Buenos días! Escuchamos por la radio que habrá una
capacitación para niños y adolescentes. Venimos a inscribirnos.
Ahí
mismo sacó un cuadernito anillado, nada formal, y un bolígrafo azul. Nos pidió
algunos datos como nombre, apellido, edad, número de contacto. Nos dijo que sus
otras compañeras nos llamarían para avisarnos sobre los días de capacitación,
horarios y lugar.
Salimos
muy felices de ahí.
La
radio funcionaba en una vivienda pequeñita. Tenía las paredes pintadas por niños/as
y un portoncito chiquito.
Y así conocí a Kuña Róga, a través de su radio
comunitaria Ciudad Nueva 90.1 FM, allá en el Barrio Itá Paso, yo tenía 12 años.
Kuña Róga en ese 2007 tenía su oficina en el centro de Encarnación, pero su
corazón estaba en Itá Paso; y para quienes la conocimos así, fuimos muy felices.
El corazón es imprescindible para el cuerpo.
Mi primera experiencia dentro de la organización fue a
través de la radio, cuando participé en un proyecto “Todas las voces” para niños/as radialistas de 8 a 12 años, fue ahí cuando me quedé y tomé
vuelo propio. Como operadora, conductora, y a veces productora. Mi primer
programa fue con Marité Ocampos “La mañana de tu barrio” y después sola
con “Onda musical”
Entre los niños y niñas luchábamos por el cariño de Marité. Marité era una ídola para nosotras/os, la amábamos. Su llegada a la radio era una fiesta. Pero Mariela era su favorita jajaja.
La radio fue una de las
experiencias más significativas en mi vida, fue la que me unió a la
organización y a sus luchas. Fue Itá Paso el lugar donde conformamos también un
grupo de adolescentes y jóvenes “Fuerza Joven” para apoyar a la radio y no
permitir que se cerrara. Mi primera experiencia de organización y lucha fue ese
grupo.
Con Fuerza Joven iniciamos
un proceso de transformación, formación y educación desde el proyecto“La
movida por los derechos de las mujeres”. Nuestras primeras nociones y
miradas críticas hacia la realidad, concretábamos un paso más hacia nuestra
metamorfosis.
Cuando la radio se mudó del
barrio al centro de la ciudad, para mí el corazón dejó de latir en Itá Paso.
También yo me mudé del barrio y me alejé por varios años de la organización,
pues comencé a trabajar de día y estudiar de noche. Nuevamente a finales del
2011, casi 2012 volví a Kuña Róga, fue ahí donde conocí otra experiencia
“Presencia Joven” con la promoción de los derechos sexuales y derechos
reproductivos de adolescentes y jóvenes.
En el centro, la radio
cambió de nombre a “Candela 90.1 FM” y funcionaba en el mismo local la oficina
de la organización. Candela fue un hito que marcó una agenda política y de
comunicación democrática a nivel local, nacional y regional. Jugó un papel
sólido que concretó para siempre mi mirada cuestionadora hacia la realidad.
Kuña Róga a través de la Radio Ciudad Nueva y después Candela son las
bases de mi formación y estoy sumamente agradecida por eso.
Hoy, un logro más de la
organización ha sido esta gran Red de Mujeres del Sur. Donde la sororidad ha
sido nuestra bandera de lucha desde el 2015 en Itapúa, Misiones y Ñeembucú.
Con Kuña Róga, siempre
estamos transformando el mundo material y espiritual, somos unas poderosas
alquimistas.
Lizandra Rolón López